Diego Fort y los inicios del Karate en Durazno

HISTORIAS DURAZNENSES
La Unidad de Comunicación del Gobierno de Durazno dialogó con el Sensei Diego Fort Bebans, uno de los máximos referentes del karate en nuestro departamento y figura destacada en Uruguay y Sudamérica.
El 19 de septiembre de 1969 marcó el inicio del karate tradicional en Durazno. En un improvisado gimnasio de garaje, un grupo de amigos comenzó a dar los primeros pasos en una disciplina que, en aquel entonces, era vista con cierta resistencia en la sociedad local, conocida apenas por revistas o películas del lejano oriente. Entre esos pioneros estuvieron Diego Fort y Raúl Bono, quienes, a pesar de las dificultades, lograron abrirse camino, difundir sus conocimientos y consolidar la práctica del karate en la ciudad.
Para conmemorar aquel inicio, la Academia Butokukán realizó un entrenamiento especial, contando con la presencia de Fort, en un reconocimiento a su trayectoria y aporte a este deporte.
En diálogo con la Unidad de Comunicación, Fort recordó los inicios: “Era un tabú. Si íbamos a algún lado nos decían ‘pueden practicar cualquier deporte, menos karate’. Fue un desafío muy grande porque nos tildaban de locos. Pero con Raúl (Bono) nuestra pasión siempre fue el karate, y en todos estos años nunca dejamos de entrenar. Ese es el verdadero objetivo del karate: no la fama ni los campeonatos, sino lo interno de cada uno”.
Con los años, el karate se masificó en Durazno y permitió proyectar el nombre del departamento a nivel nacional e internacional. Fort representó al país en torneos sudamericanos, panamericanos y mundiales, alcanzando destacadas actuaciones. Hoy es 7º Dan y principal referente en Uruguay y Sudamérica de la Academia Butokukán, heredera de la enseñanza del maestro japonés Taketo Okuda.
Sobre esa relación, Fort expresó: “No me cambió la vida, me cambió la idea que tenía en la cabeza. Aprendí a tomar el karate como un medio de vida. Si haces karate, vas a ser mejor persona”. En su testimonio también evocó su etapa como múltiple campeón nacional e internacional, pero destacó que el verdadero reconocimiento llegó al comprender la profundidad del arte transmitida por su maestro Okuda.
Finalmente, subrayó lo que más lo emociona hoy: “La mayor satisfacción es cuando un niño o un adulto progresa, cuando me ven no como campeón, sino como guía. Cuando un chico mejora en el estudio o en su vida familiar gracias al karate, ahí me siento pleno”.